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Aprendiendo del fracaso

PorBen Schneider - 30 / 08 / 2011

La sociedad está programada para transmitir constantemente que el fracaso es malo.

Esta creencia hace que a las organizaciones se les haga difícil aprender de sus errores.

Los líderes deben comprender que los fracasos tienen diversos matices, que ocurren por diferentes factores y, según el caso, habría que distinguir cuándo buscar responsables a quienes culpar y cuándo identificar a aquellos que sortearon adecuadamente el “temporal” y que, a pesar del fracaso, se merecen una felicitación.

La doctora Amy C. Edmondson, del Harvard Business School, ha realizado un minucioso estudio sobre los fracasos en organizaciones, y luego de haber evaluado las razones que los generaron, encontró que las situaciones en las cuales se justificaba castigar al culpable no superaban el 5% de la muestra evaluada, mientras que cuando preguntó en cuántos casos las organizaciones encuestadas buscaron un culpable, la respuesta subió a más de 70%. Este resultado ilustra claramente la tendencia hacia la sanción antes que hacia la reflexión.

Para poder aprender del fracaso es necesario cambiar el paradigma de “quién lo hizo” por el “qué pasó”.

Resulta que los fracasos se pueden agrupar en tres categorías:

La primera, fracasos en operaciones rutinarios que pudieron ser evitados. Aquí, claro está, corresponde buscar culpables.

Un segundo grupo responde a situaciones complejas que no pueden ser evitadas, pero que pueden ser manejadas para que no se conviertan en catástrofes. En estos casos, más bien corresponden hacer un reconocimiento a los responsables.

Finalmente, resultados indeseados generalmente como resultado de procesos de investigación que no logran el objetivo, pero sí generan conocimiento. Acá tampoco corresponde sanción alguna, sino más bien el motivar al equipo a seguir investigando en busca del resultado superado.

Si no se logra crear un ambiente favorable para que los colaboradores se sientan cómodos admitiendo sus errores, no se podrán detectar situaciones adversas con la antelación debida, y menos aún se podrá aprender de la experiencia, para mejorar los procesos y lograr la resiliencia, condición requerida por toda organización que opera en turbulencia, situación que caracteriza, hasta ahora, al mundo de los negocios en el siglo XXI.
 

Fuente: EL COMERCIO sábado 6 de agosto del 2011 (Perú)