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Resiliencia y outsourcing: la dupla ganadora

PorBen Schneider - 20 / 03 / 2012

Los retos que plantea gerenciar empresas en  el siglo XXI exigen al líder lograr un equilibrio entre las demandas presentes del mercado, la proyección del desarrollo futuro del negocio y maximizar el potencial de su organización. A esto hay que sumarle el dominio del manejo del cambio, condición que se genera por la interdependencia de mercados, la globalización y los avances tecnológicos a velocidades vertiginosas, factores que traen como consecuencia que lo único permanente ser la inestabilidad.

Así surge el concepto de la resiliencia, que es la capacidad indispensable que toda organización debe adquirir para triunfar en el contexto antes descrito. La resiliencia supone lograr que las organizaciones sean resistentes al entorno, pero a la vez flexibles al cambio. Esta condición permite a las empresas disfrutar de la incertidumbre y encontrar en la turbulencia nichos y oportunidades para desmarcarse de sus competidores. Sin embargo, para llegar a considerarse resilientes, las empresas deben responder a cuatro retos fundamentales:

El reto del conocimiento, que implica tomar conciencia sobre lo que está cambiando y cómo estos cambios pueden afectar a la organización.

El reto estratégico, que significa ser capaces de crear una gama de opciones alternativas, para sacar de escena las estrategias que ya no sean válidas y reemplazarlas por nuevas.

El reto político, que supone el compromiso de apoyar experimentos en ambientes controlados, para generar opciones alternativas a la estrategia que se viene implementando.

El reto ideológico, que exige entender la importancia de concentrar las mejores mentes de la empresa en desarrollar actividades distintivas y estableces alianzas con terceros para que se encarguen vía outsourcing de las actividades operativas de la organización.

Es justamente este último reto, el ideológico, el que considera al outsourcing como la herramienta más poderosa para potenciar la eficiencia en la organización. El outsourcing permite a la firma cautelar y cultivar sus actividades distintivas, que son aquellas que le posibilitan reclamar un porcentaje del mercado. Con el outsourcing, las acciones operativas serán confiadas a especialistas para quienes estas constituyen su actividad distintiva.

Esto se explica mejor de la siguiente manera: actividades como la informática, la logística y la contabilidad, por mencionar algunas, son fundamentales para desarrollar la empresa, pero no necesariamente constituyen actividades distintivas de la organización. Sin embargo, hay firmas especializadas en informática, logística y contabilidad para quienes estas actividades son distintivas y, por tanto, desarrollan prácticas de clase mundial, que ponen al servicio de sus clientes. De esta manera se logra un círculo virtuoso que permite a las empresas destacar en su actividad principal y a la vez diferenciarse del resto, por los beneficios que les brinda el outsourcing.

Adicionalmente a las ventajas ya mencionadas, el outsourcing permite a las empresas mayor flexibilidad en la gestión y la capacidad  de regular los requerimientos según la turbulencia del mercado, así como compartir el riesgo, el brindar mayor estabilidad a la gestión y, claro está, mejorar los costos al contratar a especialistas que tienen conocimiento profundo de su actividad y múltiples contratos, lo que les permitirá alcanzar la masa crítica necesaria para ofrecer mejores tarifas con óptimos niveles de servicio.

La evolución del outsourcing es tal que casi no hay organización moderna que no lo practique, y conforme más se involucren con esta herramienta, más sofisticados serán los procesos que la empresa encargue. Por ello la relación varía desde procesos convencionales como tercerizar el servicio de fotocopiado, pasando  por procesos de outsourcing de colaboración, donde se encargan actividades operativas como las ya mencionadas ( informática, logística, contabilidad, etc.), hasta llegar a procesos de outsourcing denominados de transformación, que más se asemejarn a una sociedad, donde las empresas forman un tejido industrial integrado, que comparten los riesgos y los beneficios.

El outsourcing, por lo tanto, se convierte en la base para romper el paradigma que postula que la gerencia debe administrar recursos para pasar a gerenciar resultados, lo que permitirá a la alta dirección regular sus contratos de outsourcing al son de la turbulencia del mercado, incrementando o disminuyendo el requerimiento según las circunstancias y convirtiendo a la empres en un ente flexible y fácilmente adaptable.

Queda claro así que sin outsourcing no habrá resiliencia, y sin resiliencia no hay cómo afrontar exitosamente los retos empresariales que plantea el siglo XXI.

Fuente: América Economía Perú Marzo 2012