Esa fue la pregunta que me hizo Lucía, mi hija de 5 años, ayer por la mañana. Tenía que hacer un dibujo sobre la profesión de su madre para un trabajo del colegio y yo no sabía cómo explicárselo.

• «Hija, hacemos proyectos para fundaciones, ONGs, asociaciones, para ayudar a personas con discapacidad…» – le dije, y ella me miró con cara de no entender nada.
• «Sí, tecnología, continué, para que personas que no pueden ver, oír, comprender bien, o que se mueven con dificultad, puedan integrarse, ir al colegio y trabajar cuando sean mayores»
• «¿Haces juegos para ellos? ¿Cómo los del iPad?» – me dijo.
• «Sí, algo así… hacemos aplicaciones para ayudar a otras personas a comunicarse, a organizarse, a orientarse por la calle…»
• «¡Ya lo entiendo! O sea, que haces juegos que ayudan a la gente, ¿no?» (como si eso lo explicara todo, ¿o sí?)
• «Eh… sí, algo así» – le dije aliviada, y me quedé más tranquila. Y ella también. Pareció alegrarse de que su madre hiciera juegos, y se puso a dibujar. Aunque no entendía muy bien la diferencia entre unas personas y otras.
• «¿Y te lo pasas bien en tu cole?» – me  preguntó mientras coloreaba.
•  «Sí, porque siento que ayudo a otras personas a ser más felices»

Y Lucía sonrió, parecía estar contenta de que su madre hiciera un trabajo bonito. Y guardó su dibujo, deseando dárselo a Monica, su maestra, y contarle que su madre hacía juegos para otros niños.