La transformación digital, clave para la reducción de riesgos y mejora de la rentabilidad en el sector de las infraestructuras
Cuando hablamos del sector de infraestructuras, normalmente nos viene a la cabeza una industria que está continuamente ampliando su visión y elevando sus expectativas. Nos vale mirar solo a nuestro alrededor para ver que los edificios son cada vez más altos, los puentes más largos o las ciudades más inteligentes.
Sin embargo, dentro del concepto de infraestructuras se integran diversas compañías y entidades: ingenierías, constructoras, operadores de infraestructuras, entidades públicas y privadas de inversión. Cada una de ellas suele tener un rol en cada fase del ciclo de vida de las infraestructuras con necesidades diferenciadas.
Durante la última década, este sector ha ocupado una posición privilegiada en el ámbito global con un liderazgo marcado por la internacionalización. Esta fuerte presencia internacional implica que una misma compañía tiene que ser capaz de ser competitiva y ofrecer servicios en entornos geográficos muy distintos, con diferentes necesidades y perspectivas.
Mantener este liderazgo a largo plazo implica afrontar importantes retos para las compañías. Por un lado las tensiones geopolíticas, que influirán en el desarrollo de negocio en cada región, y por otro, los cambios de tendencias, que han supuesto una revolución para un sector clave en la economía.
Si hay actualmente una preocupación que prevalece sobre otras en este sector es la gestión de los riesgos de los grandes proyectos alrededor del mundo y la mejora de su rentabilidad a través de la eficiencia y productividad de sus recursos. Es precisamente en el apoyo a estas preocupaciones donde la tecnología está encontrando terreno abonado para su desarrollo en este sector y se pone de manifiesto la importancia la transformación digital. Las empresas del sector se ven obligadas a buscar soluciones digitales si quieren ser competitivas.
El control y monitorización de las infraestructuras y sus instalaciones ha incrementado exponencialmente la cantidad de información que es necesaria procesar y en este sentido, también juega un papel importante el análisis de datos, tanto para previsiones y modelización de uso, útiles para el dimensionamiento y gestión de nuevas infraestructuras, como para el desarrollo de modelos predictivos de desviaciones en grandes proyectos
Hoy en día, vemos como algo normal la utilización de drones para levantamientos topográficos y seguimiento de obras en localizaciones complejas, la monitorización de infraestructuras para anticiparse al desgaste o fallos, mejorando su conservación y reduciendo costes.
También avanza el uso de la realidad virtual para facilitar experiencias inmersivas que permitan desarrollar proyectos más seguros, sostenibles y adaptados a las necesidades futuras de la sociedad. Del mismo modo, empieza a tener un avanzado desarrollo todo lo que tiene que ver con la conectividad de materiales y equipos, así como la robótica y la tecnología autómata.
Gestionar grandes infraestructuras y sus riesgos a miles de kilómetros y en localizaciones aisladas necesariamente ha obligado a mejorar la conectividad de sus obras y proyectos. Plataformas con tecnología móvil permiten al sector optimizar el proceso asociado al ciclo de vida de las infraestructuras y sus activos mejorando la eficiencia y productividad en la gestión.
También se podrían mencionar otras aplicaciones como la impresión 3D, que favorece la reducción de costes y márgenes temporales y el aumento de la variedad de materiales, o los nuevos modelos de planificación BIM (Building Information Modeling).
Estos son solo algunos ejemplos de cómo la transformación digital ha llegado a un sector que parecía ajeno a las nuevas tecnologías. Sin embargo, no sólo tenemos que pensar en lo que ya es una realidad, sino que lo realmente interesante es tratar de mirar al futuro y lo que puede venir con él.
Es evidente que la tecnología está impulsando un cambio en este sector, pero no hemos de olvidar que hay una parte de la sociedad, cada vez más numerosa que demanda que las infraestructuras del futuro sean sostenibles. Esta cuestión es nueva en el sector, lo cual supone un reto.
La sostenibilidad de las infraestructuras es ya es mucho más que un concepto, es un “must” que debe ser considerado por las administraciones públicas por el impacto positivo que tiene, no solo en la construcción y mantenimiento, sino también en la sociedad.
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