Concluye una nueva edición del programa de intraemprendimiento de Indra, puesto en marcha por profesionales del área de Tecnologías Digitales hace ya cinco años. Una iniciativa en la que he tenido la suerte de participar que busca, a través del juego, la competitividad y el trabajo en equipo, romper los esquemas del día a día y sacarte de la zona de confort. Como participante, me he puesto el gorro de emprendedora para poner en marcha una idea de negocio. Así hemos pasado los últimos siete meses entre investigaciones de mercado, conversaciones con potenciales clientes, expertos en el sector tanto de Indra como de fuera, muchos números y “comeduras de cabeza”, para llegar hasta aquí, con una “startup” que ya ha captado el interés de algunos directores de la compañía y que parece tener un gran potencial.

Ha sido un viaje largo, a veces se ha hecho cuesta arriba, sobre todo en los momentos en los que las cosas no fluían como esperábamos. Y es que ser emprendedor no es, para nada, tarea fácil. Ahora, al mirar atrás, ver el resultado final de nuestro proyecto y ver que “el viaje” se ha terminado, me quedan ganas de más. Realmente ha merecido la pena. Especialmente, por haber conocido a mi equipo: gente realmente brillante. Además, he descubierto más en detalle la actividad del día a día de una gran compañía como Indra y, sobre todo, he aprendido muchas cosas nuevas. En mi caso, trabajo en el Departamento de Comunicación Corporativa, y haber llevado a cabo este proyecto mano a mano con ingenieros y otros perfiles me ha permitido conocer desde qué es el firmware o un sistema embebido hasta cómo es el día a día en los mercados de seguridad de fronteras o de ticketing.

La formación recibida durante este viaje sobre viabilidad económica, prototipado, desarrollo de negocio o comunicación también ha sido muy útil para nuestro día a día y no sólo para poder montar una empresa. Gracias a esta iniciativa he podido conversar con directores de primera línea de la compañía y conocer su visión de negocio. Además, he tenido la oportunidad de defender nuestra idea delante de 12 de ellos y vivir en primera persona la tensión de un momento así. También he conocido al presidente, Fernando Abril-Martorell, con el que tuve la oportunidad de hablar y hacerme un selfie, para pasar una de las pruebas de acceso que me han permitido participar en esta edición. Toda la experiencia ha sido realmente emocionante y enriquecedora.

Creo que ahora tengo una mayor visión de negocio y realmente he visto fluir mi “espíritu emprendedor” del cual siempre había huido por el miedo a enfrentar el reto de llevar adelante un proyecto empresarial. Ahora me doy cuenta de que, con una buena idea de negocio y un buen equipo, es posible sacarlo adelante. También ahora puedo valorar aún más mi trabajo como parte de un todo y darme cuenta de la dimensión de una compañía global como es Indra. Una amplitud de miras también a nivel de personas, pues las relaciones transversales que se crean entre los distintos profesionales serían casi imposibles sin este programa.

Comprender la complejidad de crear desde cero una startup, aprender a no ponernos límites y a pensar a lo grande, descubrir nuevas formas de trabajar en equipos con perfiles muy diversos, y sobre todo, tener una vía en la que volcar nuestras inquietudes empresariales, derribando fronteras para colaborar, aprender y enriquecerse: todo esto es esta iniciativa.

Ojalá siga en marcha muchos años y, al final, llegue a convertirse en un programa por el que pasemos todos los profesionales de la compañía.

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