No cabe duda de que las redes sociales están transformando las relaciones entre las marcas y las empresas. Me atrevería a afirmar que ya empiezan a ser el mejor canal de creación de valor para las empresas, tanto en términos de notoriedad y marca, como en ventas y satisfacción de los clientes.
Hace unos años decidí hacerme socio del Círculo de Empresarios, entre otras muchas razones, para poder debatir y profundizar en temas económicos y políticos, debido a ser temáticas muy especializadas y fuera de la opinión pública (más allá de los grandes titulares). Pero ya hace unos meses que no se habla de otra cosa en todas partes, en todas las reuniones y en cualquier encuentro fortuito.
Nunca antes hemos tenido una oportunidad tan grande como la que se nos presenta para reestructurar las organizaciones. Tras tantos años de bonanza, se hacía casi imposible proponer un cambio organizativo o de personas debido a que no queríamos contradecir el dicho de: “si algo funciona, no lo toques”. ¿Quién se atrevía a cambiar las cosas cuando funcionan, aún sabiendo que son ineficientes? Tan solo lo hacían los muy valientes o muy profesionales, o las dos cosas a la vez.
No me sorprende, en absoluto, cuando pregunto a mis alumnos del último año de carrera: más del 70% quieren ser funcionarios, y prácticamente ninguno quiere ser empresario. Lo cierto es que está mal visto en general por la sociedad. Y yo me pregunto ¿por qué?
Estamos viviendo una de las mayores crisis de consumo de las últimas décadas, con descensos es los consumos nunca visto por la mayoría de ejecutivos de nuestro país. Lamentablemente la capacidad económica de los españoles se ha visto reducida substancialmente en los últimos años y en general todos los sectores se han lanzado a bajar los precios para poder acceder a un cliente cada vez más preocupado por llegar a fin de mes, o un cliente PSA.
Internet, la “web” como la conocemos, tiene ahora menos de 5.000 días de edad. En todo este tiempo todo lo que estamos viviendo, es increíble, desde las redes sociales a poder ver el planeta desde un satélite, hace sólo 5.000 días no nos lo hubiéramos creído.