La actividad turística aporta el 10,4% del PIB global y genera uno de cada diez puestos de trabajo en el mundo, con unas tasas de crecimiento elevadísimas en los últimos treinta años.
Según los datos del padrón publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a 1 de enero de 2019, la población española ha superado los 47 millones de habitantes, la mayor cifra desde 2013, sin embargo, el 76% de los 8.124 municipios españoles han perdido habitantes.
Son muchos los términos hype que cada temporada inundan nuestro vocabulario, substituyendo palabras o expresiones que nos habían acompañado hasta el momento, pero que parecen ya no tener validez. Hace unos cuantos años, la obsolescencia programada fue uno de esos vocablos, que sin embargo hoy en día ya ha quedado en desuso, dejando su espacio a otros ahora más en boga, como la economía circular. Un término del que hablamos mucho, pero si rascamos un poco la superficie, ¿qué queda más allá del reciclaje o de la reutilización de ciertos objetos para darles un segundo uso?
Analizando el éxito, cuanto menos en afluencia, del Smart City World Congress realizado en Barcelona el pasado mes de diciembre, podríamos decir que estamos preparados para un mundo más inteligente o al menos, interesados por este mundo y las oportunidades que puede generar tanto para las empresas, como para los ciudadanos y como no, para las administraciones.
La tecnología se ve reflejada en cada uno de los componentes de nuestra vida, sobretodo de la vida urbana, pero también de la vida rural, pronto hablaremos de #smartrural. Sin embargo uno de los pocos ámbitos en los que la tecnología inteligente parece que no ha llegado a despegar es en el mundo del turismo.