Conforme un ejecutivo avanza en su carrera a través de acciones que denotan empatía, eficiencia, colaboración, transparencia, y trato justo, surge un comportamiento pernicioso que hace que mientras más poder ostenta y siente que ya llegó a integrarse al grupo elite, empieza a exteriorizar un comportamiento rudo, egoísta y hasta puede llegar a desarrollar actitudes reñidas con la ética.
El directorio, como órgano que dirige los destinos de la firma, tiene en sus manos la responsabilidad de entender la implicancia de la disrupción digital, que viene transformando la forma de hacer negocios en el mundo. Sin embargo, históricamente, los directores han pasado por momentos difíciles a la hora de tomar decisiones sobre inversiones en tecnologías de información (TI).
Toda acción empresarial se basa en la interacción entre dos o más personas. Por ello, el poder “conectar” adecuadamente desde el inicio de la relación será fundamental para llevar a buen puerto cualquier emprendimiento. Pero si no se logra una conexión positiva, sobre todo durante el primer encuentro, las chances de llevar adelante una relación duradera quedarán comprometidas.