Ya hemos comentado el cambio que supondrá el uso de nuevos dispositivos en la formación y la revolución que ha significado la llegada de las redes sociales a nuestra forma de comunicarnos. Ahora explicaremos cómo hemos afrontado el desafío de este cambio de escenario y qué dos mecanismos fundamentales hemos usado para adaptarnos a los nuevos tiempos: la formación SMARTER y el workscaping.
Ya hemos hablado sobre lo que supone para los departamentos de RRHH la adaptación de los contenidos formativos a los dispositivos que formarán parte de nuestra vida en un futuro cercano.
Ahora comentamos el otro reto que tenemos por delante: Integrar las nuevas formas de comunicación en el aprendizaje.
La innovación en el sector público se ha convertido en un asunto de creciente atractivo para las estrategias políticas. En este marco, la Unión Europea ha dedicado el último innobarómetro a analizar la innovación en el sector público.
El Pew Research Center da cuenta de la opinión de la población sobre el sistema de libre mercado. Los dos países más entusiastas son China con 84% e India con 79% de preferencia, respectivamente. Los encuestados sostienen que la mayoría de los ciudadanos estará mejor en él, a pesar de que habrá marcadas diferencias entre ellos. Nueve países que albergaban en el 2005 a dos terceras partes de los pobres del planeta, entre ellos, China e India, han mostrado avances espectaculares.
Ante la inminente invasión de dispositivos tipo tablet que se nos avecina, desde el departamento de Recursos Humanos de Indra nos estamos planteando cómo será la formación del futuro. No solo desde el punto de vista de los nuevos modelos de aprendizaje, sino también desde la perspectiva de la herramienta mediante la que se accederá a estos contenidos.
Albert Einstein dijo en una oportunidad que él nunca pensaba en el futuro, ya que este llegaba demasiado rápido. Así también muchos ejecutivos hoy en día sostienen que, como es poco lo que pueden hacer por influir en él, es mejor esperar y ver cómo logran desenvolverse cuando llegue el momento.
Todo líder empresarial debe inspirar a su equipo y, a la vez, exigirle resultados. Mientras más globalizado se vuelve el mercado, más compleja se hace su labor. Al estar sometido a fuertes presiones, puede caer en trampas que a veces son difíciles de visualizar.
Robert H. Schaffer sostiene en el “Harvard Business Review” que hay siete pecados a identificar y evitar.
El primer error está referido a establecer demasiados objetivos, lo que confunde al equipo y lo distrae, aumentando así las probabilidades de fracasar.
Hay un capítulo de Pocoyo que seguramente hayas visto si tienes entre 1 y 3 años o si tienes hijos entre 1 y 3 años, en el que Pocoyo se divierte convirtiendo dos cosas en una mediante… ¡¡¡la “máquina mezcladora”!!! Así, de un teléfono y de un tren, saca… un “trenéfono”.
Es una de las cosas más profundas que he visto en la tele últimamente (aunque lo he visto más veces de las que quisiera).
Tradicionalmente, las empresas exigen a sus ejecutivos cumplir eficientemente con su trabajo. Esto presupone satisfacer a sus clientes y generar resultados financieros positivos para la compañía. Pero hay una fuerte tendencia que presiona a las organizaciones a exigir mucho más de ellos.
Son muchas las preguntas que nos hacemos cuando empezamos a gestionar innovación. ¿Debería hacer Open Innovation?, ¿sería mejor Open & Cross Innovation?, ¿debería “ser innovador” o debería “innovar”? y, …¿por dónde empiezo?, ¿un pequeño equipo en un área de Innovación y un gestor de ideas?, ¿debería además plantearme modelos de crowdsourcing?...
Heisenberg decía que lo que nosotros observamos no es la naturaleza misma, sino la naturaleza expuesta a nuestro “método de interrogación”, y Husserl, que el mundo lleva impresa la marca de nuestra propia estructura.
O, lo que es lo mismo, que vemos lo que estamos preparados/condicionados/predispuestos a ver. Y ese “método de interrogación” es el resultado de nuestro aprendizaje- condicionamiento-experiencia = (igual, en muchas ocasiones) a costra-patrón-mutilación.