Desde la oficina más humilde de una empresa en un mercado emergente hasta el despacho más lujoso de una gran corporación transnacional, los ejecutivos se empeñan no solo en hacer las cosas bien y sobresalir, sino que aspiran a liderar. Solo con liderazgo se consiguen logros importantes, como lanzar productos o servicios innovadores, impactar mercados, cambiar hábitos de consumo y mejorar las condiciones de vida de la sociedad. Pero son pocos los que llegan.
El Pew Research Center da cuenta de la opinión de la población sobre el sistema de libre mercado. Los dos países más entusiastas son China con 84% e India con 79% de preferencia, respectivamente. Los encuestados sostienen que la mayoría de los ciudadanos estará mejor en él, a pesar de que habrá marcadas diferencias entre ellos. Nueve países que albergaban en el 2005 a dos terceras partes de los pobres del planeta, entre ellos, China e India, han mostrado avances espectaculares.
Todo líder empresarial debe inspirar a su equipo y, a la vez, exigirle resultados. Mientras más globalizado se vuelve el mercado, más compleja se hace su labor. Al estar sometido a fuertes presiones, puede caer en trampas que a veces son difíciles de visualizar.
Robert H. Schaffer sostiene en el “Harvard Business Review” que hay siete pecados a identificar y evitar.
El primer error está referido a establecer demasiados objetivos, lo que confunde al equipo y lo distrae, aumentando así las probabilidades de fracasar.
Tradicionalmente, las empresas exigen a sus ejecutivos cumplir eficientemente con su trabajo. Esto presupone satisfacer a sus clientes y generar resultados financieros positivos para la compañía. Pero hay una fuerte tendencia que presiona a las organizaciones a exigir mucho más de ellos.